El pueblo de
mis amores
carga a
cuestas el dolor,
por doquier
reina el horror
y se escuchan los clamores.
Pululan los
malhechores
imponiendo el
luto a diario,
lo pregona
el noticiario:
hayan cuerpos
embalados
con sus
miembros mutilados
¡No es un
cuento imaginario!
Estamos ocho
millones
llevando en vilo la vida
sin encontrar
la salida
secuestrados
por matones.
Temiendo sus
agresiones
expuestos, desprotegidos,
vivimos casi
escondidos,
somos
muertos respirando
queriendo
gritar, callando,
con la
mordaza oprimidos…
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